
El procedimiento médico más frecuente para los pacientes hospitalizados es la administración de soluciones intravenosas. Su prescripción se basa en la costumbre regional, el gusto individual y, a veces, el conocimiento fisiológico.
Hay que considerar que las soluciones intravenosas son medicamentos con indicaciones, contraindicaciones, efectos secundarios y riesgo de toxicidad específicos.
En la actualidad no existe un tratamiento perfecto, por lo que la prescripción de soluciones parenterales debe adaptarse a la situación clínica, ya que cualquiera de ellas podría ser perjudicial si se utiliza de forma inadecuada.
Su administración puede realizarse para mantener las pérdidas de agua y electrolitos durante los procesos fisiológicos regulares como la respiración, la sudoración, la micción y las heces, así como para aumentar el volumen intravascular en situaciones en las que existe una depleción de volumen y una disminución del compartimento extravascular mientras que se produce un aumento del compartimento extravascular, con el objetivo de mejorar el gasto cardíaco y la perfusión tisular o microcirculatoria.
Tipos de soluciones intravenosas
Cristaloides
Las cristaloides son soluciones diluidas de moléculas pequeñas orgánicas e inorgánicas que pueden ser hipotónicas, isotónicas o hipertónicas para el plasma. Las soluciones de glucosa pertenecen a este grupo. Las salinas (hipotónicas, isotónicas e hipertónicas) y las equilibradas (solución de Hartmann y plasmalito), que son más parecidas al plasma, constituyen las dos categorías.
Coloides
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Las soluciones coloides son macromoléculas dispersas en agua que, en principio, permanecen en la región intravascular durante más tiempo y en mayor concentración. Desde que se estableció que los coloides (gelatinas, almidones) tienen más consecuencias negativas que los cristaloides, como daño renal agudo o coagulopatía, se han abandonado en su mayoría.